martes, 13 de septiembre de 2011

LOS PADRE Y EL CALOR

_Mi madre.Qué fuente de inspiración para escribir una mil historias.
El caso es que llevo una temporada que por desgracia, me ha tocado volver al redil; explico: de antemano, para ese gilipollas que cree haber entendido que lo de "por desgracia", es volver con los viejos, nó, no es así; fue decisión propia porque necesitaba el calor de un hogar, ahora que el mio se había ido a tomar por el culo, y esa era la desgracia; pues eso, desde que he vuelto a casa, no por navidad, si no justo después, me he encontrado a dos personas, padre y madre, con más de ochenta años los dos, viejos y guapos,con sus achaques que ya quisiera yo llegar a ellos, y con poca labia pero toda la experiencia que la que el mundo quiso que atravesasen y que es infinita, y dos que apenas hablan, sino discuten, pero que se cuidan muy bien el uno al otro, por que ya se conocen bien y los demás sobramos.
Realizan cada día los actos cotidianos que a todos nos parecen un coñazo, como si tuviesen una maquinaria artificial: ella prepara el desayuno y él friega los cacharros; ella pone una lavadora y él la tiende; en invierno, viven aún del calor del carbón y de la manta a los pies, esa que tiene mil años y que no se la quiten; y en verano pasan las tardes cada uno a lo suyo, ella sentada en un banco de la plaza, esperando a las amigas o, de vez en cuando, a alguno de los suyos, y él , en el bar, aunque apenas bebe, pero lee el marca.- es muy del madri-, y viendo las partidas de cartas,saludando a su amigo el muelas y haciendo tiempo para volver a casa,a la tele, a ver algo de deportes, hasta la hora de la cena.
Ella llega en cuando empieza a anochecer, recupera sus pájaros de la cocina para volverlos a llevar al salón y prepara algo de cenar, con tranquilidad; con la misma que va regando las plantas y metiendo ropa en la lavadora para el día siguiente; con la misma que todos los días achaca al sillón y a la tele que la gente enferme i se muera, o que esa lacra nunca ha traído nada bueno, y se marcha a su cocina, escucha el parte de las diez en la radio, mientras da la vuelta a las sardinas o al pollo que sobró de la comida, y !joé!, cien por cien que se siente feliz.
Pues estos dos , que parece que llevan aquí toda la vida y que no tienen intención de marcharse nunca,trajeron a este puto mundo ocho hijos en los tiempos más dificiles de su amigo el franco, con el que aún viven,- ese es para siempre-, dicen, y con los pasos lentos de una democracia chorra que dio la posibilidad de enriquecer a cuatro mamones, que son los que ahora nos traen de cabeza; con un trabajo él, de veintí-cuatro horas y ocho trabajos enanos ella, con los que había que estar muchas más horas de las que tiene un día, y así, con gustos y disgustos, con las pelas justas en un mundo injusto, sacando de las piedras el mendrugo, al colegio como dios manda, y con la ropa de los domingos para ir a misa, así, decía, fueron pasando años tras años, hasta que uno a uno nos fuimos marchando a descubrir mundo o lo que fuese y ellos se quedaron solos, con la idea de que apareciésemos de vez en cuando, llamándonos pesados con la boca pequeña y llenandonos el maletero con la cartera grande, hasta que llegamos a este momento, yo, durmiendo en el sofá, por que es más duro y mi espalda me lo pide, sin curro, pensando en mi hija a cada momento, y ellos, aunque no dicen apenas nada del tema, sufren y llorar en silencio, por que esta puta vida no les da más que malas noticias, y quieren verme feliz., y, la verdad, aunque están viejos y quejosos, y tiene sus ratos que me sacan de mis casillas, les miro, de reojo, para que no me vean, y sonrío, y pido a lo que sea que haya, que no cambiéis nunca, que os quedéis por aquí al menos cien años más, y que gracias, que ya se me va pasando, y que ese calor que venía buscando, lo encontré rápido, apenas entre por la puerta; que os vaya bonito.